martes, 15 de octubre de 2013

LA VECINA

“Buenas tardes”-
“Buenas tardes”- me contesta ella.

Todos los días la veo pasar, moviendo las caderas sin importarle nada, sin importarle que me vuelva loco. Sin importar que me haga soñar todas las noches con ella, más que un sueño es una pesadilla ¿porque siempre tengo que despertar? , ¡Maldita sea!!!.
¡Algo tengo que hacer, no puedo seguir viviendo así!

Esa noche ya es  tarde y no puedo dormir, acá hace demasiado calor, mejor voy a dar una vuelta para despejarme.
La calle esta desierta, soy el único noctambulo. Doy vuelta la esquina y sin darme cuenta miro hacia una ventana y no lo puedo creer: es mi vecina, la que tantas noches me quita el sueño.
 Mis pies se hacen de plomo, no quieren seguir caminando. Me agacho un poco para no ser visto, solo asomo la cabeza a través unos arbustos que hay en el jardín. Ahí está ella de pie, recién salida de la ducha, solo cubierta por una toalla. Esto no lo esperaba en lo más mínimo. En mi torpeza y mis ansias por querer ver más, los arbustos ceden un poco haciendo un ruido que parece atronador en medio de la quietud de la noche. Me hago un ovillo en el piso y con miedo miro de reojo si he delatado mi posición. Algo ha escuchado, abre la ventana y mira hacia donde estoy. ¡Como quisiera ser transparente!!!
Ella sigue mirando, creo que estoy perdido. Pero no, se hace la distraída, hasta mira de reojo y puedo ver una sonrisa que se escapa de su boca.
Y como si fuera un pedido mío deja deslizar la toalla al piso descubriendo su cuerpo, totalmente desnudo, hermoso, angelical. Ese cuerpo que tantas veces he soñado, hasta conocerlo de memoria. Se pone un camisón transparente que insinúan sus hermosas curvas, estoy a punto de enloquecer. Lo está haciendo a propósito, está brindando su mejor espectáculo.

¿Qué hago?

No quiero moverme aun.
Ella se recuesta en la cama y apaga la luz de la habitación. Se acabó todo, fue lindo mientras duro, pero no me doy cuenta que sigo agazapado y por la otra cuadra viene una pareja caminando. Si me paro me van a ver, aprovecho un agujero entre las matas  y paso para el jardín de la casa y sigilosamente me deslizo contra la pared al lado de la ventana.

!Maldición!!! Si miran hacia acá estoy perdido, me verán igual.
- “Pasa”
“¿Qué?”
“Pasa que te van a ver”
Era ella, estaba al tanto de todo lo que paso!!!

No lo pienso ni por un segundo y me escabullo por la ventana. Ahí estaba ella, de pie frente a mí, no podía creerlo, sus ojos iluminados por una luz tenue brillaban con luz propia en la oscuridad, los tengo clavados a los míos, ya no me importa nada, solo una vez en la vida se nos presenta una oportunidad única que por cobardía no aprovechamos, ya estaba jugado.

La tome por la cintura y tape su boca con la mía, así si su intención era gritar me daría tiempo a pensar algo. Lejos estaba de imaginar que a través de sus labios aparecería su lengua buscando la mía. El sueño hecho realidad!
La atraje más hacia mí y apreté sus glúteos contra mí para que me sintiera, sentí sus pechos duros contra mi pecho, su aroma, su sabor, todo me envolvía, me sentía en el paraíso.
La tome en mis brazos sin dejar de besarla y la deposite en la cama, sus brazos entrelazados a mi cuello comenzaron su recorrido hacia mis pantalones. Mientras ella me despojaba de mis pantalones yo hacía lo propio con su camisón. Ahí estaba totalmente desnuda y esperándome ansiosa.
Empiezo a recorrer con mi boca su cuello, sus pechos, sus pezones erectos. Son míos ahora, los hago míos, sigo descendiendo hasta llegar a su pubis, donde ella descarga un suspiro de aceptación, bebo el dulce néctar de su ser, mientras mis manos se hace cargo de sus pechos.
Su cuerpo empieza a contonearse como cuando camina por la vereda frente a mí, empieza a moverse en una danza frenética, solo atino a dejar mi lengua lo más afuera posible, ella hace el resto, conoce muy bien su cuerpo y lo está disfrutando. Sus jugos fluyen, los bebo, me alimento de ellos y en pequeñas pero perceptibles contracciones de derrama para mí.


Ahora es mi turno, vuelvo a recorrer esa pendiente en un camino de regreso que ya conocía, lentamente, disfrutando cada centímetro me detengo entre tus pechos a juguetear, pero tus manos me aferran de mis nalgas empujándome a que sigan el camino, llego a tu boca y nuestras lenguas comienzan su jugueteo.
Lentamente me voy acercando a ti, solo te apoyo para que me vayas sintiendo, estas ardiendo al igual que yo, tus manos en mis glúteos me van llevando hacia ti y voy penetrando tu ser, lenta y suavemente, para hacer la primera vez interminable y distinta. Tu boca se abre dejando escapar un gemido, dejando escapar tu alma. Ya eres mía y eso nadie lo cambiara, ya ingrese en tu mundo interior para ser parte de ti.
Tus piernas se abren más mientras tus manos me empujan más hacia tu cuerpo y comienzo a moverme dentro tuyo en un vaivén que cada vez se acelera más, la urgencia lo pide, más rápido más adentro y me derramo dentro de ti en el preciso momento en que tu cuerpo se arquea y entre convulsiones de gozo me entrega todo lo que necesito para saber que hemos terminado juntos el camino, nuestras manos entrelazadas debajo de la almohada, nuestras respiraciones agitadas y toda la paz.
Por unos segundos nos miramos a los ojos y me vi reflejados en ellos… pensé que era un sueño pero solo por unos minutos porque ella quería más en esa noche. 
 

EL ASCENSOR


Un poco cansado de las actividades diarias me subo al ascensor, en el tercer subsuelo... sólo.
Al llegar a planta baja, se llena en un segundo. Ufa, estaba tan cómodo y ahora parezco una sardina enlatada.
Tengo justo enfrente de mí... ¡¡¡¡¡oh, por favor!! Que hermosa cola... y está precisamente apoyada contra mi miembro. No te conozco, pero al verte por el espejo del ascensor veo tu dulce carita, que al principio pareció preocupada y quizás algo molesta, pero que luego de mirar al espejo y cruzarse con mi mirada, parece relajarse. Tus ojitos denotan una mezcla de dulzura, picardía y aceptación... ya que mi bulto ya no se contiene en los pantalones y comienza a ser algo notorio.
El ascensor continuo lleno, y casi no nos podemos mover... pero vos te las rebuscas para menear tu colita, frotándola contra mi pene, que quiere salir sin importarle el público presente...
Octavo piso... aquí debería bajarme, pero... que va, ni se me cruza por la cabeza salir de la posición que tengo ahora. El ascensor comienza a desalojarse, pero vos continúas pegada a mí. Ahora inclinas tu cabeza contra mi oído y me decís: " Hola...", "Hola", te contesto.
Décimo piso. Ya sólo quedan cuatro personas dentro del ascensor, de las cuales dos somos nosotros... aunque parecemos uno, ya que estamos muy pegados.
Piso quince... ya no hay nadie más que nosotros dos en el ascensor. Te das vuelta y me comes la boca de un beso. Que dulce y que sensual... hasta que comienzas a apretar mis glúteos y tu lengüita empieza a hacer de las suyas con mi boca... Hasta el piso treinta no sube nadie, lo que posibilita que nos olvidemos dónde estamos y yo, sin ningún tipo de vergüenza libere mis genitales completamente.... Bajas, a la vez que vas acariciando mi cuerpo con tus manos, y terminan agarrando mi sexo, una mano en el tronco y la otra sujetando fuertemente los testículos. Tu lengua sigue con sus jueguitos, ahora con el glande. De pronto te la introducís toda en la boca, contorsionando tu cuello para que entre hasta el fondo... y la mantenéis ahí por unos segundos. Luego empiezas a bombear, primero lento y después como si me la quisieses arrancar y comértela de un solo bocado.
Estoy a punto de llegar, pero me contengo. Estoy disfrutando demasiado como para correrme en este momento. Una de tus manos desciende entre tus piernas, corriendo tu falda y las bragas. ¡¡Te estas masturbando!! Por favor, no sé cómo hacer para no llenarte la boca... No puedo evitar inclinarme de costado para ver cómo tus deditos juegan primero con tus labios y tu clítoris, para luego entrar hasta los nudillos en tu sexo... No aguanto más. Si seguís así te voy a inundar la boca. Te tomo de los hombros y te invito a levantar. Ahora me toca a mí... y parece que lo sabes. Abrís las piernas para que mi cabeza entre tranquilamente entre tus piernas, y comienzo a jugar con tu clítoris, pero sólo un momento... Tampoco quiero hacerte llegar tan rápido. Intento lamer y morder tus labios, para humedecerte bien, pero eso ya ocurrió. Tu vagina es un mar, del que quiero beber, y lo hago.
Ya los dos estamos excitadísimos; yo como nunca, y vos con un sexo que comienza a gotear en el piso. Sin que haga falta "invitación" te levantas y apoyas tus manitos en la puerta del ascensor, colocando tu cola en posición para ser bien penetrada. Te tomo de la cintura con firmeza, cosa que por el arqueo de tu espalda noto que te gusta. Te apoyo mi miembro en tu vagina, que parece succionarla. El ascensor se detiene; aprovecho el movimiento para embestirte hasta el fondo, arrancando un grito de tu boca... y comienzas a moverte, como si mis movimientos no bastaran; quieres más... y la quieres hasta el fondo. Ahora te sueltas de las puertas y tomas mis caderas, para marcar vos el ritmo. Tus gemidos me vuelven loco. Estoy por terminar... pero el ascensor comienza a moverse. Enojada, sueltas mis caderas y de un golpe aprietas el botón de parada, justo entre dos pisos. Te sacó de clima?
No lo sé, pero aprovechas la interrupción para tomarme de los hombros e inclinarme y luego acostarme en el piso. Acomodas tu falda y comienzas lentamente a sumergir mi sexo en tu vagina, si es posible, más jugosa que antes. Cuando pensé que ya tenías suficiente, que ya había entrado hasta donde tu cuerpito aguantaría... levantas los pies del suelo, haciendo que penetre toda. Y así, con el único punto de apoyo en tu sexo, porque tus piernas parecen tocar el cielo de tan abiertas y levantadas que están, haciendo que tus redonditos cachetes de la cola casi desaparezcan, comienzas a moverte, para adelante y para atrás; para adelante y para atrás. Un poco en círculos, como para que mi miembro recorra hasta el último recoveco de tu vagina y tu útero, porque siento que hasta allí llega.
Bajas tus piernas y, sin sacarla ni un milímetro, me agarras la cabeza con ambas manos y me volvéis a comer la boca. Con tus labios pegados a los míos, gemís como la peor de las gatas, usando mi boca como silenciador. Por tus gemidos, tus movimientos más suaves... y sobre todo por tu cara de relajada, intuyo que llegaste... Te tomas unos segundos para reponerte y sentís que algo pasa dentro tuyo. La sacas y bajas, para tomar tu justo premio. Con la mano la aprietas, como queriendo evitar que todo termine, para poder saborearla... no quieres que salga nada todavía. Por un momento, creo que me quieres hacer sufrir, pero en unos segundos la sueltas y dejas que fluya como nunca, un chorro casi interminable, que te recorre la cara desde la boca hasta la frente...
Me estaba relajando en ese instante, ya que realmente fue impresionante, cuando te escucho a vos, nuevamente, gemir como cuando la tenías bien adentro. Tuviste otro orgasmo... Comienzo a incorporarme, para besarte, pero vos estás ocupada en otra cosa... estas juntando con tus deditos, todo lo que hay en tu cara. Busco un pañuelo, como para ayudarte, pero... no es necesario. Lo estás degustando, gota a gota... No te quiero interrumpir, así que dejo que termines. Ahora sí, te puedo dar un beso. Nos acomodamos la ropa, y liberamos el ascensor. Cuatro pisos más abajo, se llenan nuevamente. En general nadie presiente nada... excepto esa parejita de novios, que mueven sus narices, como quien está oliendo algo sospechoso; algo que conocen.
Te miro, y nos sonreímos. Sabemos que se darán vuelta y que nos mirarán. Debemos prepararnos para poner la mejor cara de yo no fui, pero... no. No se dan vuelta. En realidad se comienzan a mirar entre los dos, y se ponen colorados. Ella saca un desodorante de su bolso, y se lo aplica, y como en un acto de desesperación, también le echa un poco a su novio... Qué estaban haciendo estos chicos de la oficina?
Nuevamente nos miramos, y ahora ya no es una sonrisa leve, sino casi una risa. Nos besamos y prometimos encontrarnos al día siguiente... en un lugar menos público...

EN EL BAR

Es un día como todos, uno más, como siempre la misma rutina, voy al bar. 
 Pido mi café, mientras lo revuelvo, miro hacia afuera, veo las mismas caras de siempre,  esos rostros sin dueño que caminan sin ver.
A lo lejos se insinúa una silueta que nunca había visto, el reflejo del sol no me deja verla claramente pero se va acercando lentamente. Es una mujer.

Es alta… elegante… hermosa, con una figura escultural y viene hacia el bar. Los hombres y las mujeres que pasan a su lado no pueden evitar darse vuelta, las esposas clavan sus codos contra las costillas de sus maridos. No es una ilusión, es real.
Entra al bar y se instala en una mesa frente a mí. Es increíblemente bella, voluptuosa y con curvas insinuantes… un sueño.
No puedo dejar de mirarla. De pronto levanta la vista y sus ojos increíblemente claros y luminosos se clavan en mí, mi cara se incendia y de vergüenza insinúo una sonrisa simple sintiéndome más tonto aún.
Al contrario de lo que esperaba me responde con otra sonrisa mostrando unos dientes increíblemente blancos que brillaban bajo la luz del sol que entraba por la ventana.
Con una inclinación de cabeza me muestra la puerta lateral que lleva a los baños, bajo mi cabeza asintiendo y se levanta, empieza a caminar hacia la puerta y me levanto a mi vez siguiéndola.
Al pasar la puerta sin dejar de mirarme toma mi mano y me lleva hacia el baño de mujeres. Entramos. Todavía incómodo por la situación, con miedo de hablar y despertar de este sueño.
Se da vuelta y pasa sus brazos por mi cuello, su boca roja y deliciosa empieza a acercarse a mí y me besa con pasión, mientras mis manos comienzan tímidamente a bajar por su espalda hasta sus nalgas, las aprieto y la atraigo hacia mí, bajo más mis manos y levanto su falda…deseoso de acariciarla.
Mis manos al tantear descubren que no hay nada debajo y ella baja sus manos y empieza a aflojar mis pantalones y se encuentran con mi pene duro y ansioso para ser usado. Paso mis manos por sus muslos y la levanto hacia mí, la penetro lentamente como para que vaya sintiéndome poco a poco, para hacer el momento interminable. Mi cuerpo no responde a mi cabeza, como si fuera otro, empiezo a embestirla con furia, con cada embestida ella deja escapar un grito apagado, casi un suspiro. Mi boca se hace cargo de su cuello, comienzo a morderlo como una fiera, y su boca gime en mi oído, me pide más y más y más y más.....
De pronto sus piernas se tensan, su espalda se arquea casi hasta romperse mostrándome sus pechos a través de su blusa y los muerdo… los beso, succiono sus pezones. Ella clava sus uñas en mi espalda casi hasta arrancarme la piel y un gemido gutural se escapa de su garganta como un trueno en medio de una tormenta, afloja todo su cuerpo, me abraza y me mira a la cara como dándome las gracias.
Acaricia mi cara y su sonrisa aparece otra vez, mezcla de cómplice y picara. Se baja del lavabo y me da la espalda, se agacha y me ofrece todo su sexo hacia mí, esto es demasiado, pero irresistible para mí. Tomo sus caderas y la penetro nuevamente, una y otra vez, como si en ello me fuera la vida, sus gemidos pasan a ser gritos en cada embestida lo que me excita más y la penetro más salvajemente, más profundo, como queriendo entrar con todo mi cuerpo dentro de ella.
Su cuerpo empieza a sacudirse nuevamente y me regala otro orgasmo más hermoso que el anterior, ahora es mi tiempo, ya no puedo contenerme más, mi miembro empieza a hincharse y a descargar toda la lujuria contenida y siento como si mi cuerpo se partiera en dos con cada estampida de mi interior.
Solo se escuchan nuestras respiraciones agitadas, relajadas al extremo y felices, la doy vuelta y la tomo nuevamente entre mis brazos y la beso larga y apasionadamente.
Nos separamos y comenzamos a arreglar nuestras ropas rápidamente, la dejo salir primero para no levantar sospechas mientras lavo mi cara bañada en sudor. Salgo del baño y traspaso la puerta, la busco con la mirada y no la encuentro, salgo rápidamente a la calle y tampoco está. Pregunto a los que me miran con curiosidad. Nadie la ha visto. Pago mi café, y me voy caminando por la calle lentamente con las manos en los bolsillos. Ya es de noche. Mi cabeza es un torbellino de pensamientos entre la realidad y la ilusión........