jueves, 7 de marzo de 2013

RELATOS EROTICOS


Los minutos pasan y tu y yo seguimos esperando en esta casona abandonada.
El silencio abruma y la paciencia se va agotando entre suspiros.
Nuestras miradas se cruzan en varias ocasiones sin intercambiar palabras.
Te mueves arrastrando los pies sobre la arena y te giras hacia mí.
Tu mirada, tu media sonrisa, me hablaron en ese momento.
Te perdiste tras una de las puertas de la casona y sin dudarlo fui tras de tí en busca de algo que hiciera más amena la espera.

Entre el polvo y la penunbra me abrí paso a través de los pasillos buscándote.
Mi corazón palpitaba con fuerza, la curiosidad se iluminaba en mi rostro.
Un crujido me indicó que debía subir las escaleras del fondo y allí te encontraría.

Al final, una habitación inmensa se mostraba diáfana y en la ventana seguías esperando. Sigilosa me acequé a tí y me quedé inmovil, esperando.
Me agarraste fuerte de la cintura y con la punta de la nariz rozaste mi cuello para absorver mi olor. Desprendia lujuría por cada poro...

Lentamente empezaste a despojarme de mi ropa, rozando mi piel con la punta de los dedos y sin quitar la vista ni un momento. Un escalofrío recorria mi espalda al tiempo que se me erizaba el vello. Mis pechos quedaron desnudos y tus ojos se agrandaron. Tus manos se posaron en mi dulcemente como si estuvieras acariciando melocotones aterciopelados, deleitandote con su textura, su forma, su rigided, memorizando cada uno de los pliegos que marcaban mis pezones a su alrededor. Más escalofríos subían y bajan.

Me abrazaste y poco a poco fuimos cayendo en el suelo para desnudarme completamente. Te quedaste de rodillas observandome, modelando mi figura cual alfarero trabaja con su arcilla.
Te tumbaste sobre mí y sin dejar de mirarme a los ojos me penetraste despacio.
No pude evitar cerrar mis ojos al notarla entre mis piernas, pues mi grado de excitación era indescriptible.
Tu cuerpo bailba con mas ritmo por momentos y tu lengua humedecía mi cuello y tus dientes apresaban mi barbilla. Mis manos se perdían en tu espalda.

Empezaste a bajar por mis pechos para lamerlos uno a uno sin dejar de penetrarme. Me retorcí de una forma exquisita para guiar tus besos hacia mi espalda. Poco a poco fui elevando mi culo, rozando tu sexo caliente para provocarlo. Tus manos se posaron en mis gluteos y me castigaron.
Me gustó ser tan mala en ese momento que mordí mis labios con deseo.
Me volviste a penetrar, esta vez sin piedad. Comence a gemir sin control y un orgasmo estalló dento de mí.

Te avalanzaste sobre mí y me cogiste de la cintura para levantarme y ver el rostro del placer.
Ahí estábamos los dos, de rodillas, húmedos, sofocados, excitados.
Me giró hacía tí y me coloqué en cuquillas para continuar el baile entre nuestros cuerpos y poder ser yo la espectadora.

Empece a mover mis caderas, follandote una y otra vez. Mis labios rozaban temblorosos los tuyos. Tus manos marcaban el ritmo. El segundo orgasmo se intuía en mi interior. Tu cara se perdía en mi cuello suplicando a Dios.
Me dejo caer lentamente y me alzas de la cintura para no perder el ritmo.
No puedes más y me lo pides. Por favor...te corres en mi vientre y el calor me innunda.

Exhaustos, intentamos recuperar el aliento, tirados en el suelo.
http://www.productoseroticosonline.es/Juguetes-eroticos-dbhafaaaa.asp
Debemos apresurarnos, nos están esperando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario